Pauli Violeta Poemas

  Amar la vida Sentirla ausente, sin embargo Volver a cada ritual Con el cansancio acostumbrado Y la nostalgia de lo perdido. Es ajeno este mundo. No lo reconozco. Miro los árboles Las nubes Los altos edificios Los he visto Durante 44 años. Hoy me son extraños. Yo tenía un hogar. Mi hogar era un ser. El universo cayó sobre mi Cuando ese ser murió. ¿Qué es morir? Me lo pregunto  Mientras recuerdo. No ha desaparecido mi hogar Sólo mudó su figura. Vive en alma Y en mi alma arde cada día. Un hogar no muere Se transforma. A través de mi hogar  Yo respiraba Devenía Reía y lloraba Yo era. Hay gente Que tiene por hogar Un muro. Mi hogar era tu amor. El mundo podía devastarse Y, aun así El hogar perduraba: Estábamos juntas. Dibujé en mi corazón Un amplio jardín El día que te fuiste Y desde entonces  Florezco en ese jardín. Un hogar no es un techo Ni una mesa O una cama. Un hogar  Es un encuentro  De voluntades Memorias Proyectos. Mi hogar se ha ido al cielo Y me ha llevado con él. Pueden verme

  Mujer enciendo el televisor y allí estás extraviada maltratada abusada vulnerada. Todos te buscan y al amanecer te han descubierto sola y sin vida en ese automóvil abandonado. Mujer más tarde alguien ha dicho que es tu culpa y su eco ha recorrido calles y cuadras ha entrado a las casas y al menos una persona lo ha creído. Mujer se han referido a tu cuerpo como quien habla de un pedazo de carne a lo provocador que es a la falda corta que llevabas al poco pudor que cubría tus gestos al llamativo maquillaje a tu fuerte tono de voz. Los carteles de tu búsqueda regados sobre las paredes han sido arrancados con rabia y alguien se ha quejado del gasto público que implicó tu búsqueda. Mujer en casa tu familia te esperaba tu madre ha llorado hasta perder sus lágrimas y tu padre ha dejado de dormir consumido por la pena. Cada objeto que dejaste está dispuesto como querías y nadie lo ha tocado. Mover tus cosas es mover tu espíritu y el dolor no lo permite. Mujer fuiste una víctima aquella noche